Las contradictorias experiencias de introducir castores en Inglaterra y la Patagonia Austral

3/03/2020

 

Mientras los árboles del hemisferio norte pueden rebrotar tras ser cortados por el castor, las especies de la Patagonia no tienen esa capacidad, y los bosques mueren.

Mientras en Inglaterra se aprestan a iniciar la reintroducción del castor europeo (Castor fiber) con la esperanza de ayudar a esos ecosistemas en la adaptación al cambio climático, en la Patagonia la invasión del castor americano (Castor canadensis) ha significado siete décadas de destrucción de bosques y pérdida de biodiversidad.

Recientemente, la agrupación National Trust, encargada de la protección del patrimonio ambiental del Reino Unido, anunció la decisión de liberar castores europeos (Castor fiber) en el sur de Inglaterra. La medida busca aprovechar los beneficios ecosistémicos que esta especie podría generar, como reducir la contaminación e incrementar poblaciones de peces y anfibios.

El castor europeo  fue exterminado de suelo británico por la acción humana hace 400 años, ya que eran cazados por el interés en su piel, su carne y sus glándulas. Pero un equipo científico se propuso estudiar los efectos que podría tener la reintroducción de la especie, luego de descubrir a dos parejas en un río en Devon. Desde 2013, comenzaron a monitorear la actividad de estos roedores, registrando las modificaciones en los cursos de agua causadas por la construcción de diques y la creación de embalses. Durante ese tiempo, la comunidad de castores creció, modificando drásticamente el paisaje al construir 13 presas, que generaron una serie de estanques y lagunas donde antes había un pequeño arroyo, fortaleciendo la vida silvestre.

Producto de esta experiencia y las conclusiones del estudio, el gobierno británico seleccionó dos puntos en los cuales se liberarán ejemplares, estimando que esta acción podría contribuir a hacer los paisajes más resistentes al cambio climático y a las inclemencias extremas que conlleva.

Situación en Chile

El castor en la Patagonia chileno-argentina ha destruido más de 23 mil hectáreas de bosques.

La realidad en el extremo sur del continente americano es totalmente opuesta. “El castor es un roedor que, en forma natural, habita exclusivamente en el hemisferio norte. Actualmente existen dos especies: Castor fiber, que se encuentra en regiones de Europa y Asia, y Castor canadensis, cuyo hábitat natural es Norteamérica”, explica Jonathan Lara, veterinario y asistente técnico del Proyecto GEF Castor.

La mayor población de Castor canadensis fuera de su hábitat natural existe en la Patagonia chileno-argentina, donde fue introducido artificialmente en 1946 con la expectativa de generar una industria peletera. “La actividad económica no prosperó, pero sí aumentó la población los castores que, ante la ausencia de predadores naturales, se reprodujeron sin control”, explica Felipe Guerra, coordinador nacional del Proyecto. De las diez parejas iniciales, hoy se estima que la población supera los 100 mil ejemplares, que han colonizado la mayoría de los cauces de la isla de Tierra del Fuego, provocando una devastadora destrucción.

“Los ecosistemas de la Patagonia no están adaptados a la invasión del castor: los bosques de Nothofagus no sobreviven ante la inundación causada por las lagunas que construyen los castores”, explica Guerra. Lengas, coigües y ñirres mueren y, junto con ello, dejan de ser refugio de especies de flora y fauna nativa.

En su medio ambiente nativo en Norteamérica, el castor modela los ecosistemas asociados a ríos, al alimentarse selectivamente de determinadas especies vegetales, incrementando la riqueza herbácea y creando comunidades de plantas muy distintas. En las regiones subantárticas, en cambio, el castor reduce el dosel arbóreo en un rango de hasta 30 metros de ribera de río, modificando la composición de la riqueza vegetal al permitir que se asienten plantas exóticas. Mientras los árboles del hemisferio norte pueden rebrotar tras ser cortados por el castor, las especies de la Patagonia no tienen esa capacidad.

Si bien por largo tiempo se pensó que el daño del castor podría ser contenido gracias a la condición insular de Tierra del Fuego, la enorme capacidad de adaptación de este roedor demostró que las barreras naturales no eran impedimento para su expansión. Se estima que en la década de 1960 logró cruzar el Estrecho de Magallanes, por lo que hoy es posible encontrarlo en el extremo sur del continente. De no ser controlado, podría expandirse hasta la Región del Maule en Chile y la provincia de Neuquén en Argentina.

Acción del castor en turberas de Tierra del Fuego.

“Algo similar sucede con el coipo, pero de manera inversa. En nuestra región es un animal nativo, que vive en armonía con el ecosistema, pero en Europa fue introducido y es considerado una de las EEI más perjudiciales”, señala Jonathan Lara. El coipo fuera de su hábitat natural, como en el sur de Francia, representa una amenaza para grandes extensiones de cultivos.

Especies y escenarios distintos

La experiencia vivida en la Patagonia donde el castor se transformó en una especie exótica invasora demuestra los desafíos de mantener los equilibrios naturales ante cualquier perturbación. En Europa, en cambio, se aprestan a reintroducir al castor europeo, en un medio ambiente al cual perteneció anteriormente, tratándose, por lo tanto, de una especie nativa que evolucionó en dichos ecosistemas. En Chile y Argentina el consenso científico es rotundo respecto a que la introducción del castor americano provoca enormes perjuicios que deben ser enfrentados con una estrategia clara y que involucre a una gran cantidad de instituciones y actores en ambos países.

“Hablamos de dos especies distintas, en contextos ecológicos y geográficos distintos, pero con un objetivo en común: la conservación de la biodiversidad nativa. Esto implica acciones distintas, por una parte, reintroducir la especie y, por otra, erradicar o controlar. Es necesario hacer esa distinción y saber que, según el escenario, las especies no se comportan de igual manera”, finaliza Felipe Guerra.

El Proyecto GEF Castor es ejecutado por el Ministerio de Medio Ambiente y financiado por el Global Enviroment Facility (GEF), a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En Argentina se ejecuta en paralelo un proyecto similar, en el marco de los objetivos conjuntos de protección del Medio Ambiente del Sur de la Patagonia.